¿Nadar en las arenas egipcias o relajarse en los baños ptolemaicos?

Belloch, Soriano y Aparicio (2011: 52) justifican el desarrollo de la relación entre el ser humano y el agua como una manera de sobrevivencia que permitió “encontrar alimentos, materias primas, escapar de enemigos o emigrar de unas tierras a otras e, incluso, cabe la posibilidad de que se introdujeran en el agua por placer”. La relación del hombre con el medio acuático ha empezado desde muy temprano. Los vestigios que tenemos reportan a una vasta diacronía temporal que se extiende desde el Paleolítico hasta los días de hoy. La relación del hombre con el medio acuático ha empezado

 

 

 

La relación del hombre con el medio acuático ha empezado desde muy temprano. Los vestigios que tenemos reportan a una vasta diacronía temporal que se extiende desde el Paleolítico hasta los días de hoy.

Belloch, Soriano y Aparicio (2011: 52) justifican el desarrollo de la relación entre el ser humano y el agua como una manera de sobrevivencia que permitió “encontrar alimentos, materias primas, escapar de enemigos o emigrar de unas tierras a otras e, incluso, cabe la posibilidad de que se introdujeran en el agua por placer”.

No debemos olvidar aún la importancia simbólico-religiosa que las comunidades siempre atribuyeron a los manantiales y a los cursos de agua como manifestaciones de una divinidad suprema o de una deidad especifica, especialmente cuando han percibido que el agua les daría miles de oportunidades.

La entrada del hombre en el agua y el acto de nadar es más antiguo do que muchos pueden imaginar. Avramidis (2011: 357) señala que, en función de la sociedad en causa, la iconografía existente demuestra que la actividad natatoria evidenciaba el estatus de los individuos representados: Blog nasal

Dependiendo de la sociedad, el arte ilustraba que la habilidad en nadar indicaba un estatus socioeconómico alto o bajo.

En algunas representaciones artísticas, el conocimiento de la natación iba acompañado de la capacidad de bucear desde acantilados altos o en aguas profundas, contener la respiración bajo el agua y demostrar una gran resistencia física.

El uso del agua asociada al baño, como habito o costumbre, nasce unida a la mitología, a la religión y a la medicina. Practicado por ricos y plebeyos, por hombres y mujeres, en público o en privado (Orrego, 2010: 57), el baño surge como una manera de mantener el cuerpo limpio y de asegurar la higiene personal de cada uno; al mismo tiempo, va ganando una faceta lúdica y de relajamiento.

Artículo: Cláudia Barros

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¿Nadar en las arenas egipcias o relajarse en los baños ptolemaicos?

La relación del hombre con el medio acuático ha empezado desde muy temprano. Los vestigios que tenemos reportan a una vasta diacronía temporal que se extien

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2021-09-28

 

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