Cuando el príncipe heredero Amenhotep, hijo del faraón Tutmosis III Menjeperra y de una de sus esposas, Meritra Hatshepsut, fue asociado al trono por su padre, en calidad de corregente, eligió como nombre de coronación aA xprw ra, una frase que se podría traducir en castellano como “grandes (son las) manifestaciones del dios Sol, Ra”. Ahora bien, cabría preguntarse a qué tipo de manifestaciones se estaba refiriendo este neófito en el poder, cuáles eran las señales o prodigios que Amenhotep II pretendía inmortalizar a través de su propio nombre. Nada, absolutamente nada en la titulatura real faraónica era abandonado al azar; seguramente, un grupo de consejeros lo asesoró, discerniendo, consultando e interpretando los textos sagrados. Era un proceso detallista y reglado, pues este nombre vendría a plasmar las aspiraciones para el mandato de este joven y atlético rey. El nombre era un asunto de estado, lo mismo que Isis se las ingenió y apañó para hacerse con el nombre secreto de Ra porque, quien domina el nombre, domina al hombre. Al menos, así lo concebía la mentalidad de los egipcios.
“Grandes (son las) manifestaciones del dios Sol, Ra”. En realidad, el vocablo griego θεοφάνεια, que vive todavía en nuestro diccionario como “teofanía”, aglutina dos de las palabras de este mensaje: “manifestación” (φάνεια) y dios (θεός). Efectuando esta sustitución y recordando que Ra, el Sol, como luminaria mayor, es la encarnación genuina de la claridad del día venciendo a las sombras de la noche, una lectura más poética del cartucho de Amenhotep II Aajeperura quedaría como sigue: “Grandes (son las) teofanías de la luz”. Sea de una o de otra forma, se aprecia cierta tendencia reformista, en clave solar: durante el reinado de su padre, la regente Hatshepsut había rendido pleitesía y concedido la plenipotencia al clero del dios Amón, el oculto, a cambio de que éste pergeñase el rito de la teogamia. Mediante esta estratagema, logró ser acreditada como auténtica soberana designada por los dioses, legitimando así su poder. El sacerdocio tebano se hizo entonces más fuerte que nunca, sentando las bases de lo que sería la Dinastía XXI, cuando los Sumos Pontífices de Amón se alzaron como gobernadores de facto en el Alto Egipto, reduciendo el ámbito de acción del faraón únicamente a la región del Delta, con capital en Tanis. Paletilla ibérica Barata - Comprar Jamón
Artículo: Alfonso Daniel Fernández Pousada
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La afiliación de Amenhotep II al trono: astronomía al servicio del poder
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2020-01-18

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