El interés, incluso la admiración que suscita Egipto, su antigua cultura, sus misterios o su arte, ha permeado sociedades y culturas de milenario desarrollo, celosas de sus logros, características y singularidades, como es el caso concreto de China. No ha sido un proceso fácil ni rápido, aunque cuenta ya con una dilatada historia de aceptación y paulatino reconocimiento.
Aunque no hay seguridad histórica al respecto, es bastante probable que los chinos supiesen de la existencia de la civilización egipcia desde antiguo, e incluso que hubieran existido algunos contactos entre ambas civilizaciones, tal vez ya desde los primeros siglos de nuestra era. No obstante, las menciones seguras en textos son tardías. No se constatan hasta la Dinastía Song (entre los siglos X y XIII), en obras de talante geográfico como Anales de Ciertos Países Extranjeros (Zhu Fan Zhi), de Zhao Rushi, un trabajo que menciona el célebre faro de Alejandría y en el que Egipto aparece nombrado como “E Gen Tuo”. Siglos después, en época dinastía manchú (Qing), varias obras refieren el Antiguo Egipto. Es el caso del Atlas de los Países Extranjeros (Haiguo Tuzhi), así como el Atlas del Mundo (Yinghuan Zhilue).
Otras referencias provienen, durante el siglo XIX, de los encuentros diplomáticos, que sirvieron para introducir en el gigante asiático, por mediación de sus propios diarios de viaje, ideas y elementos propios de la cultura material del mundo egipcio antiguo, sobre todo las grandes construcciones (la esfinge, las pirámides) o las peculiaridades del embalsamamiento y las momias. Uno de estos políticos viajeros, de nombre Guo Songtao, menciona en su diario los obeliscos y los papiros. No será hasta comienzos del siglo XX cuando profesionales de la investigación se acerquen a Egipto con la intención de estudiar sus monumentos. El primero en hacer una visita de carácter científico al país del Nilo será el epigrafista Duan Fang.
La fundación de lo que podríamos llamar egiptología en China no se llevó a cabo hasta mediada la década de los años treinta del pasado siglo XX, de la mano de Xia Nai quien, bajo el nombre de N. Shiah, realizó su tesis doctoral en Egiptología en la Universidad de Londres bajo la dirección del profesor Stephen Glanville. No obstante, recibió formación de eminencias como Mortimer Wheeler, en lo tocante al trabajo arqueológico de campo, o Sir Alan H. Gardiner, quien lo introdujo en los vericuetos de la historia del Reino Medio egipcio. Adquiriría experiencia excavando en Egipto a finales de esa década, hasta la presentación y defensa de su tesis doctoral en 1943. Con su trabajo, Xia Nai promovió la idea de que la perspectiva china podría configurarse como una contribución valiosa al entendimiento del antiguo Egipto.
Artículo: Julio López Saco
Si quieres leer el artículo completo, descarga la revista completa y totalmente gratuita haciendo click aquí.